En nuestro empeño por poner puertas al campo, y para tratar de diferenciar al vino – mosto de uva fermentado – de otros sucedáneos – vinos industriales – se han creado una serie de definiciones que llegan a confundir incluso al consumidor más experimentado.
Bien es cierto que la realidad de la Industria del Vino nos ayuda a afirmar que no sólo de uva se hace el vino, y es por esto que algunos dignos elaboradores han desarrollado sus técnicas de elaboración basándose en alguna de estas corrientes:
- Agricultura ecológica. Técnicas que excluyen y limitan el uso de productos químicos como fertilizantes, herbicidas o antibióticos. En la terminología anglosajona se emplea el concepto vino orgánico como aquel procedente de la agricultura ecológica. Tienen gran aceptación diferentes productos procedentes de este tipo de agricultura. Existe una normativa de carácter comunitario, y un certificado administrativo, sello o certificación.
- Viticultura biodinámica. Basada en la teoría antropo-sófica de Rudolf Steiner sobre el equilibrio del ecosistema. Valora la interrelación entre los diferentes astros, estudiando la influencia en los ciclos biodinámicos coexistentes en este ecosistema. Existen certificados sobre la utilización de sus preparados y asociaciones de viticultores bajo una misma filosofía: Demeter, Biodyvin o La Renaissance des Appellations.
- Vinos naturales. No existe normativa explícita. Se trata de vinos procedentes de agricultura ecológica o biodinámica en la que además se limita o elimina el uso de anhídrido sulfuroso y que apuesta por la no-intervención en la elaboración. Se basa en la afirmación: El Vino se hace solo. No se utilizan elementos que distorsionen la expresión de la uva en el vino.