En Busca del Tiempo Perdido

Parece ser que Marcel Proust, tras una licenciosa y desahogada vida en la que se convirtió en una especie de Oscar Wilde galo, decidió recluirse en el 102 del Boulevard Haussmann en París para dedicarse en cuerpo y alma a su obra maestra. Pasó los últimos años de su agitada existencia sin ver a casi nadie, trabajaba por la noche y dormía durante el día; hizo incluso cubrir sus paredes de corcho para aislarse de los ruidos.  En Busca del Tiempo Perdido es una impresionante y delicadísima reflexión sobre su pasado, sobre el arte, el paso del tiempo y sus recuerdos, sobre las pasiones humanas y las relaciones entre prójimos.

Cuando quieres emprender un proyecto cuyo fundamento esencial es la recuperación del tiempo perdido, si hablamos de vino, es de perentoria necesidad apoyarse en el viñedo viejo y, ¿qué mejor lugar que la ribera soriana para acometer este objetivo?
Y es que afortunadamente el tiempo se había congelado en los aledaños de San Esteban de Gormaz, la Andalucía Soriana como rezan algunos carteles.

Así empezó Vino Taruguín: más de seis años de trabajo e investigación, conocimiento de suelos y clima, interpretación de parajes y paisajes, recuperación de viñedos abandonados, implementación de agricultura orgánica y la final elaboración siguiendo directrices de mínima intervención. Un ya clásico blablabla en el que nos apoyamos para finalmente conseguir un vino de una personalidad diferenciada respecto a otros vinos de los vecinos ribereños.

Pero olvidábamos algo fundamental: ¿qué bebían nuestros abuelos? Litros y litros de vino clarete de uvas mezcladas procedentes de sus majuelos, y que elaboraban con esmero en esas bodegas excavadas en las lomas del montículo que se encuentra junto al pueblo y sobre el que se otean grandiosos los impresionantes meandros que forma el río Duero a su paso por la villa.
Dicen incluso que algunos vecinos, ya entrados en edad, eran subidos a hombros en las tardes de verano para disfrutar de una animosa charla entre amigos regada y estimulada con el  vinos de aquel entonces.

Y sí que es posible recuperar el tiempo perdido, realizar ese vino de manera ancestral y artesanal, sin apenas medios técnicos ni utilización de modernas técnica enológicas, solamente materia prima, limpieza y un puñado de ilusión y pasión que hará que el vino vuelva a ser lo que nunca debió dejar de ser: una bebida que siembra de alegría los corazones.

 

 

Taruguín Clarete 2017 es una pequeña cuveé de poco más de 200 botellas que Vino Taruguín presenta en el mercado en esta primavera de 2018 a un precio de 13,50€.

2 comentarios en «En Busca del Tiempo Perdido»

    1. Muchísimas gracias, Nuria.
      Esa acidez es uno de los grandes secretos de la magia de los vinos de la Ribera del Duero soriana, un viñedo viejo que creemos pronto estará en lo más alto de los terroirs del viejo mundo.
      ¡¡Gracias de nuevo!!

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