Parece ser que Marcel Proust, tras una licenciosa y desahogada vida en la que se convirtió en una especie de Oscar Wilde galo, decidió recluirse en el 102 del Boulevard Haussmann en París para dedicarse en cuerpo y alma a su obra maestra. Pasó los últimos años de su agitada existencia sin ver a casi nadie, trabajaba por la noche y dormía durante el día; hizo incluso cubrir sus paredes de corcho para aislarse de los ruidos. En Busca del Tiempo Perdido es una impresionante y delicadísima reflexión sobre su pasado, sobre el arte, el paso del tiempo y sus recuerdos, sobre las pasiones humanas y las relaciones entre prójimos.
Cuando quieres emprender un proyecto cuyo fundamento esencial es la recuperación del tiempo perdido, si hablamos de vino, es de perentoria necesidad apoyarse en el viñedo viejo y, ¿qué mejor lugar que la ribera soriana para acometer este objetivo?
Y es que afortunadamente el tiempo se había congelado en los aledaños de San Esteban de Gormaz, la Andalucía Soriana como rezan algunos carteles. Sigue leyendo En Busca del Tiempo Perdido