Dicen que el vino emborracha, en algunos casos nos ayuda a alejarnos de nuestros problemas y a acercarnos a nuestros amigos y familiares, pero también hay gente que lo considera pernicioso.
A pesar de ciertas contradicciones – se mezclan muchos intereses, y el vino es un inmenso negocio que mueve miles de millones de euros al año – es una realidad contrastada considerar que el vino es cultura.
De hecho alguien afirmó que ‘en lugar de beberlos, él leía vinos’; y es que parece que el vino no se trata tan solo de una bebida, sino que es casi una manera de vivir.
Y si hablamos de vivir, hablamos de personas. Hemos tenido la fortuna de conocer a Israel Burgos – Vitery Winery – gracias al vino. Y es que el vino, habla de gente, y de humanidad. Y gracias a la evolución personal de Israel, nos permitimos reflexionar sobre el amplio e inconcretable concepto de Cultura.
La Cultura se encuentra íntimamente unida a las personas, y se ha dado en definir como todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales. Dos aspectos se afianzan en este concepto: en primer lugar el posicionamiento predominante del hombre en la misma, y por otra parte el uso de la propia cultura en la formación del mismo, para así desarrollar un progreso personal y social que ha de ser equilibrado y sostenible con otras especies presentes en nuestro medio, con el fin de hacerlo más provechoso.
Todo esto vimos reflejado en nuestro encuentro con Israel y sus vinos en Barcelona durante el presente año. Es cultura porque el hombre es un ingrediente insustituible en la interpretación de la naturaleza y sus frutos, porque sirve para mejorar los mismos, y sin duda porque es un elemento de formación para todos nosotros que nos ayuda a comprender tanto a la naturaleza, como las relaciones sociales que en ella se desarrollan.
