Nos ha proporcionado el contacto Juan El Sumiller: Xico de Mandín. Mandín es una parroquia perteneciente a Verín ya en las estribaciones con Portugal, una aldea minúscula y aislada, algunas casas bien cuidadas con macetas repletas de flores, y otras muchas en estado ruinoso y abandonadas. Y así nos recibe Xico indicando al monte y al pueblo, esto es lo que hay aquí: incendios y abandono.
Xico, ¿chico? pero ¿Cómo te llamas? Pues Xico. Xico en gallego debe ser como Kiko en castellano para los franciscos, porque Xico es muy gallego. Nos recibe afable en la puerta de su vieja bodega flanqueada por dos viejos toneles de castaño.
Nos habla del Couto Mixto, un territorio fronterizo entre España y Portugal (Rubiás, Meaus y Santiago), independiente de ambos reinos y que disfrutaba de distintos privilegios, era una república como es Andorra, pero claro España y Francia no es como Galicia y Portugal. A pesar de la abolición de los derechos señoriales, el Coto Mixto continuó viviendo hasta 1864.
Xico elabora en la vieja bodega de la familia, elabora en un antiguo lagar de cemento las uvas procedentes de sus viñedos. Es el único viticultor del pueblo. Nos sorprende el extenso conocimiento que tiene de las variedades autóctonas de la zona de Monterrei y Tras Os Montes. Y es que en realidad Xico no es que sea gallego, es de su tierra y sus gentes. Nos habla de sabiduría popular, de tradición oral, de decisiones consensuadas entre las gentes del pueblo, de la vendimia y el trabajo en el campo, de la Comunidad. Porque la política en Xico no es baladí, pero no la política que nos atormenta a través de los medios de comunicación, esa política de aritmética electoral que lo único que quiere es el poder, e incluso está dispuesta a quitar el voto a los más mayores, herederos de una sabiduría que hoy en día no pueden transmitir.
Su nombre es Xico, ¿y el de su vino? Pues ¡Couto Mixto!, una declaración de intenciones. Lo tomamos en la taberna del pueblo, encima el vino es excelente. Bastardo, Caíño Blanco y Mencía son los protagonistas, un vino franco y sincero marcado por la identidad de una comarca, que también se ve magníficamente representada en la iconografía de su etiqueta, cuyo diseño ha sido regalado por un amigo.
Y es que en Xico el paisaje, la cultura y la humanidad se transforman en vino.